“El Ixtlazíhuatl”, Gabriela Mistral
El Ixtlazíhuatl mi
mañana vierte;
se alza mi casa
bajo su mirada,
que aquí a sus pies
me reclinó la suerte
y en su luz hablo
como alucinada.
Te doy mi amor,
montaña mexicana;
como una virgen tú
eres deleitosa;
sube de ti hecha
gracia la mañana,
pétalo a pétalo
abre como rosa.
El Ixtlazíhuatl con
su curva humana
endulza el cielo,
el paisaje afina.
Toda dulzura de su
dorso mana;
el valle en ella
tierno se reclina.
Está tendida en la
ebriedad del cielo
con laxitud de
ensueño y de reposo,
tiene en un pico un
ímpetu de anhelo
hacia el azul
supremo que es su esposo.
Y los vapores que
alza de sus lomas
tejen su sueño que
es maravilloso:
cual la doncella y
como la paloma
su pecho es casto
pero se halla ansioso.
Mas tú la andina,
la de greña oscura,
mi Cordillera, la
Judith tremenda,
hiciste mi alma cual
la zarpa dura
y la empapaste en
tu sangrienta venda.
Y yo te llevo cual
tu criatura.
Te llevo aquí en mi
corazón tajeado,
que me crié en tus
pechos de amargura
¡y derramé mi vida
en tus costados!
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