“Jaculatorio lunar”, Leopoldo Lugones
Luna, dorada luna
del daño y del
esplín,
labre nuestra
fortuna
tu pálido florín.
Bajo el hado tremendo,
sea nuestro solaz,
tu cero en el
minuendo
de la vida fugaz.
Cuéntanos por
cofrade
de tu hermandad
novel,
turbia luna de
jade,
clara nube de miel.
Vate y filósofo,
ambos
con igual gratitud,
entonen ditirambos
a tu fatal virtud.
Con decidido encomio,
trovaré tu primor,
candil del
manicomio,
candado del amor.
Reina del almanaque
compuesto a tu
merced;
atún del badulaque
que te pesca en su
red.
Cuando estúpida y
grande,
percibiéndose va,
tu faz de azúcar
cande
sobre el marino allá…
A tu suave
petróleo,
el bergantín veloz,
no se sabe si es
mole o
fantasma precoz.
(Indefinido barco
de lúgubre perfil,
que punza tu ojo
zarco
con su proa sutil.
Nave de nuestras
penas,
que en el lóbrego
azur,
penando cuarentenas
corre un nefasto
albur.)
Luna de oro falso,
bola de la sandez,
linterna del
cadalso,
comadre del mal
juez;
tarántula del
diablo,
musa del alcohol,
maléfico vocablo,
perla espectral del
sol;
fascina a tu
clientela
con tu encanto
letal.
Ave Malis Stella,
Danos tu dulce mal.
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