“Pararrayos”, Guillermo de Torre
Un vuelo de miradas
acribilla la noche
Cada relámpago
es un ojo de Argos
El viento nos
golpea con sus puños
La tempestad
dispara sus pistolas automáticas
Las estrellas tocan
a rebato
La noche se
extravía
y tactea los cuatro
puntos cardinales del horizonte
Los tejados inundan
sus lagrimales
Descarrila el tren
de las horas
La tormenta
enciende sus carteles eléctricos
Todos los
transeúntes
cambian sus
reflejos
se encienden y se
apagan simultáneamente
En la pizarra
atmosférica
se dibujan los
guarismos relámpagos
Epilepsia de las
alturas
Dios deposita sus
injurias en los pararrayos
Cuándo
el pirotécnico
celeste
agotará su stock de
cohetes?
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