A Dionisio. Anacreonte

Señor con el que danzan el novillo Eros [1]
y las ninfas de ojos oscuros
y la purpúrea Afrodita [2] ,

tú que recorres las altas cumbres de los montes,
te imploro de rodillas,
ven benévolo a mí y escucha mi plegaria grata a ti.
Sé para Cleóbulo [3] buen consejero y que acepte,
oh Dioniso [4], mi amor.

A Cleóbulo amo,
por Cleóbulo enloquezco,
a Cleóbulo vuelvo mi mirada

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

[1] Eros. En la mitología griega, Eros es el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor venerado también como un dios de la fertilidad. 

[2] Afrodita. En la mitología griega, es la diosa de la belleza, la sensualidad y el amor. Su equivalente romano es Venus. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», es importante señalar que antiguamente no se refería al amor en el sentido romántico sino erótico.

[3] Cleóbulo. Nombre masculino.

[4] Dioniso. En la mitología griega, Dioniso es uno de los considerados dioses olímpicos, es el dios de la fertilidad y el vino. Hijo de Zeus y Sémele. Dioniso era inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Un personaje importante de la mitología griega. Es el dios patrón de la agricultura y el teatro. También es conocido como el ‘Libertador’ (Eleuterio), liberando a uno de su ser normal, mediante la locura, el éxtasis o el vino.​ La misión divina de Dioniso era mezclar la música del aulós (oboe doble) y dar final al cuidado y la preocupación.

FUENTE: Rodríguez Adrados, Francisco (1980). Anacreonte. Lírica griega arcaica. Madrid: Editorial Gredos, S.A. 

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