Canto. Macuilxochitzin
Poetisa, hija de Tlacaélel
(Mediados del siglo XV)
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¿Quién es Macuilxochitzin?
Bien sabido es por el testimonio de varios cronistas que entre los nahuas hubo también mujeres que cultivaron el arte de la poesía.
La señora Macuilxochitzin fue oriunda de México-Tenochtitlan, donde nació hacia 1435 y donde vivió probablemente buena parte de los años restantes del siglo XV. Su padre fue el celebérrimo consejero de los reyes aztecas, Tlacaélel.
La princesa Macuilxochitzin se llamó así, bien sea porque nació en un día del calendario que llevaba precisamente esta fecha, la de 5-Flor, que esto significa su nombre, o tal vez porque lo recibió a manera de apodo al ser conocida su afición por la poesía. Sabido es que Macuilxóchitl era también uno de los títulos con que se invocaba al dios de las artes, del canto y la danza. Por su parte, los antiguos textos nahuas en que se describe el carácter propicio o nefasto de cada uno de los días, al tratar de la fecha 5-Flor y de las fiestas en honor de Macuilxóchitl, repiten con insistencia que quienes nacían en ese día, tenían por destino llegar a ser forjadores de cantos.
La hija del poderoso Tlacaélel, Macuilxochitzin, que parecía tener tal destino, recibió sin duda esmerada educación desde pequeña. Ella debió haber escuchado de labios de su madre los antiguos consejos en los cuales se hablaba a la "niñita que es como un jade, como un plumaje de quetzal, como lo más precioso que brota en la tierra". Conoció entonces algo de lo que podía llegar a ser su destino en el mundo, cómo tenía que obrar y cuál era el camino para acercarse a los dioses y alcanzar así la precaria felicidad concedida a los mortales.
A Macuilxochitzin tocó vivir los días del máximo esplendor de los aztecas. Pocos años antes de la fecha probable de su nacimiento, sus tíos, el rey Itzcóatl y el entonces capitán Motecuhzoma Ilhuicamina, con el consejo de Tlacaélel, su padre, habían abatido a los antiguos dominadores de Azcapotzalco. Cuando Macuilxochitzin fue ya joven doncella, Tenochtitlan, donde había nacido, comenzó a ser metrópoli importante a la que afluían todo género de tributos y mercaderías traídas por los pochtecas, los comerciantes que marchaban a remotos lugares. Bien probable es que recibiera entonces de su padre variadas y preciosas joyas, finas telas y otros muchos dones más. Como las mujeres de su estirpe, también ella conocía el arte del telar y del bordado, así como el de preparar comidas y bebidas con que en más de una ocasión debió de haber halagado a Tlacaélel.
Y si el pueblo todo y especialmente los nobles respetaban y admiraban al gran consejero, a quien el historiador Tezozómoc llegó a llamar "conquistador del mundo", Macuilxochitzin que en él veía a su padre, no sólo debió demostrarle respeto y amor sino que aprendió a interesarse por su actuación, sus triunfos y conquistas y aun por los consejos que daba en favor de Tenochtitlan. Si se tiene esto presente no parecerá extraño que precisamente el único poema que verosímilmente puede atribuirse a Macuilxochitzin trate de una de las más importantes conquistas, instigada por su padre y llevada a buen término por el señor Axayacatzin.
Escasa como es la información acerca de esta noble mujer, lo poco que sabemos es nuevo ejemplo y confirmación de lo que ya conocíamos por el testimonio de otros cronistas: en el mundo náhuatl prehispánico hubo también rostros y corazones femeninos que, como la célebre señora de Tula, supieron distinguirse en el arte de la poesía.
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