Canto. Macuilxochitzin



Macuilxochitzin, de México-Tenochtitlan
Poetisa, hija de Tlacaélel
(Mediados del siglo XV)

Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al Dador de la vida,
¡comience la danza!

¿Adonde de algún modo se existe, [5]
a la casa de Él
se llevan los cantos?
¿O sólo aquí
están vuestras flores?,
¡comience la danza! [10]

El matlatzinca
es tu merecimiento de gentes, señor ltzcóatl:
¡Axayacatzin, tú conquistaste
la ciudad de Tlacotépec!
Allá fueron a hacer giros tus flores, [15]
tus mariposas.
Con esto has causado alegría.
está en Toluca, en Tlacotépec.

Lentamente hace ofrenda [20]
de flores y plumas
al Dador de la vida.
Pone los escudos de las águilas
en los brazos de los hombres,
allá donde arde la guerra, [25]
en el interior de la llanura.
Como nuestros cantos,
como nuestras flores,
así, tú, el guerrero de cabeza rapada,
das alegría al Dador de la vida. [30]

Las flores del águila
quedan en tus manos,
señor Axayácatl.
Con flores divinas,
con flores de guerra [35]
queda cubierto,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.

Sobre nosotros se abren
las flores de guerra, [40]
en Ehcatépec, en México,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.

Se han mostrado atrevidos
los príncipes, [45]
los de Acolhuacan,
vosotros los Tepanecas.
Por todas partes Axayácatl
hizo conquistas,
en Matlatzinco, en Malinalco, [50]
en Ocuillan, en Tequaloya, en Xohcotitlán.
Por aquí vino a salir.
Allá en Xiquipilco a Axayácatl
lo hirió en la pierna un otomi,
su nombre era Tlilatl. [55]

Se fue éste a buscar a sus mujeres,
les dijo:
"Preparadle un braguero, una capa,
se los daréis, vosotras que sois valientes.,
Axayácatl exclamó: [60]
-"¡Que venga el otomí
que me ha herido en la pierna!"
El otomí tuvo miedo,
dijo :
-"¡En verdad me matarán!" [65]
Trajo entonces un grueso madero
y la piel de un venado,
con esto hizo reverencia a Axayácatl.
Estaba lleno de miedo el otomí.
Pero entonces sus mujeres [70]
por él hicieron súplica a Axayácatl.

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¿Quién es Macuilxochitzin?

Bien sabido es por el testimonio de varios cronistas que entre los nahuas hubo también mujeres que cultivaron el arte de la poesía.

La señora Macuilxochitzin fue oriunda de México-Tenochtitlan, donde nació hacia 1435 y donde vivió probablemente buena parte de los años restantes del siglo XV. Su padre fue el celebérrimo consejero de los reyes aztecas, Tlacaélel.

La princesa Macuilxochitzin se llamó así, bien sea porque nació en un día del calendario que llevaba precisamente esta fecha, la de 5-Flor, que esto significa su nombre, o tal vez porque lo recibió a manera de apodo al ser conocida su afición por la poesía. Sabido es que Macuilxóchitl era también uno de los títulos con que se invocaba al dios de las artes, del canto y la danza. Por su parte, los antiguos textos nahuas en que se describe el carácter propicio o nefasto de cada uno de los días, al tratar de la fecha 5-Flor y de las fiestas en honor de Macuilxóchitl, repiten con insistencia que quienes nacían en ese día, tenían por destino llegar a ser forjadores de cantos.

La hija del poderoso Tlacaélel, Macuilxochitzin, que parecía tener tal destino, recibió sin duda esmerada educación desde pequeña. Ella debió haber escuchado de labios de su madre los antiguos consejos en los cuales se hablaba a la "niñita que es como un jade, como un plumaje de quetzal, como lo más precioso que brota en la tierra". Conoció entonces algo de lo que podía llegar a ser su destino en el mundo, cómo tenía que obrar y cuál era el camino para acercarse a los dioses y alcanzar así la precaria felicidad concedida a los mortales.

A Macuilxochitzin tocó vivir los días del máximo esplendor de los aztecas. Pocos años antes de la fecha probable de su nacimiento, sus tíos, el rey Itzcóatl y el entonces capitán Motecuhzoma Ilhuicamina, con el consejo de Tlacaélel, su padre, habían abatido a los antiguos dominadores de Azcapotzalco. Cuando Macuilxochitzin fue ya joven doncella, Tenochtitlan, donde había nacido, comenzó a ser metrópoli importante a la que afluían todo género de tributos y mercaderías traídas por los pochtecas, los comerciantes que marchaban a remotos lugares. Bien probable es que recibiera entonces de su padre variadas y preciosas joyas, finas telas y otros muchos dones más. Como las mujeres de su estirpe, también ella conocía el arte del telar y del bordado, así como el de preparar comidas y bebidas con que en más de una ocasión debió de haber halagado a Tlacaélel.

Y si el pueblo todo y especialmente los nobles respetaban y admiraban al gran consejero, a quien el historiador Tezozómoc llegó a llamar "conquistador del mundo", Macuilxochitzin que en él veía a su padre, no sólo debió demostrarle respeto y amor sino que aprendió a interesarse por su actuación, sus triunfos y conquistas y aun por los consejos que daba en favor de Tenochtitlan. Si se tiene esto presente no parecerá extraño que precisamente el único poema que verosímilmente puede atribuirse a Macuilxochitzin trate de una de las más importantes conquistas, instigada por su padre y llevada a buen término por el señor Axayacatzin.

Escasa como es la información acerca de esta noble mujer, lo poco que sabemos es nuevo ejemplo y confirmación de lo que ya conocíamos por el testimonio de otros cronistas: en el mundo náhuatl prehispánico hubo también rostros y corazones femeninos que, como la célebre señora de Tula, supieron distinguirse en el arte de la poesía.

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